Parece
evidente que las personas en lista de espera tienen una mortalidad
superior al resto de la población. El hecho de estar en una lista de
espera está relacionado con padecer alguna dolencia, por tanto la
probabilidad de fallecer en este grupo es mayor que en la población
general donde, razonablemente, hay personas completamente sanas. No
está tan claro, si el tiempo de permanencia en la lista de espera
contribuye a aumentar la mortalidad. Parece lógico pensar que sí,
pero algunos estudios indican que si las personas están en seguimiento y reciben cuidados
adecuados a su riesgo, como sucede con los pacientes en lista de
espera para trasplante renal, el impacto de la espera se atenúa.
Más
allá de lo que nos indican estos estudios, pensemos que la lista de
espera está formada por personas que están pendientes de un
diagnóstico o de un tratamiento. Todas ellas tienen en común que
han pasado por las manos de un profesional sanitario que ha indicado
una prueba diagnóstica (una resonancia magnética, por ejemplo) o un
tratamiento (una operación quirúrgica). Por tanto, se ha negado al paciente una asistencia sanitaria inmediata, y como alternativa legal, pragmática y
¿ética? se ha situado al paciente en un limbo sanitario, llamado
lista de espera, con más características de limbo administrativo
que del ámbito de los cuidados sanitarios.
Igualmente
tendemos a pensar en la lista de espera como un espacio común donde
se entra, se espera y se sale, y el único factor para transcurrir en
este largo camino de la lista de espera es la fecha de entrada, esto
es, el primero que llega también es el primero que sale, después de
haber esperado resignadamente y dar sentido a la palabra paciente. No
somos conscientes de que en la larga y lenta cinta transportadora de
la lista de espera hay personas angustiadas, que sufren, y buscan
alternativas a este inapropiado impasse en el que los hemos situado.
Es
en este momento cuando el conjunto de pacientes en lista de espera se
divide dramáticamente en dos grupos: aquellos que no tienen más
alternativa que esperar en la cinta transportadora, y aquellos que
tienen recursos para salir o ir más rápido en la lista. Esto
se consigue habitualmente recurriendo a un servicio sanitario
privado, ya sea a través de un seguro o a través de pago directo. Parafraseando a George Orwel, todos somos iguales en la lista de espera, pero unos son más iguales que otros.
Por tanto, la dualidad público-privada del sistema sanitario en España y las desigualdades sociales se manifiestan con terrible crudeza en la evolución de los pacientes en lista de espera. El drama de las listas de espera está en que algunos pueden eludirla y para otros es una condena de tiempo, con daño y dolor innecesarios.
Por tanto, la dualidad público-privada del sistema sanitario en España y las desigualdades sociales se manifiestan con terrible crudeza en la evolución de los pacientes en lista de espera. El drama de las listas de espera está en que algunos pueden eludirla y para otros es una condena de tiempo, con daño y dolor innecesarios.
Viñeta publicada por Morgan (http://www.humordemorgan.com) |
En
Canarias las listas de espera son un problema sanitario de primer
orden y, sin entrar en pormenores técnicos, tienen características
propias de nuestro entorno que se pueden resumir en tres factores:
1. Canarias
lidera las listas de espera en España.
Presenta
las peores listas de espera del territorio nacional, con 177 días
de media para la lista de espera quirúrgica y 123 días para
especialidades hospitalarias.
Es
obvio que a mayor espera, más posibilidades de que se genere un
evento fatal, y desde una perspectiva de equidad aumenta las
diferencias entre quienes pueden adelantar o salir de la lista de
espera gracias a recursos económicos propios.
2. Canarias
es la Comunidad Autónoma más injusta de España.
Canarias
es la región donde más diferencias existe entre los más pobres y
los más ricos. Para medir la desigualdad en la distribución de los
ingresos se utilizan diferentes indicadores, entre ellos el cociente
S80/S20 que mide la desigualdad a través de ratios entre
percentiles. Se interpreta como la relación entre la renta media
obtenida por el 20% de la población con la renta más alta (quintil
más alto), en relación a la renta media obtenida por el 20% de la
población con la renta más baja (quintil más bajo). En la
siguiente tabla se aprecia cómo Canarias es, con notable diferencia,
la comunidad con más diferencias rico-pobre.
Tabla por Comunidades Autónomas con el coeficiente S80/S20. Obtenido de www.ine.es |
Llevado
a las listas de espera, nos indica que en ellas encontraremos grandes
diferencias en cuanto a recursos económicos. Una vez más, desde una
perspectiva de equidad, en Canarias la inequidad de las listas de
espera es superior al resto del territorio nacional, pues las
diferencias entre resignados pacientes y pudientes enfermos son
mayores.
3. Ausencia
de una perspectiva de equidad en el Servicio Canario de la Salud.
El
sistema de salud en Canarias funciona como una enorme máquina de
generación de servicios sanitarios: consultas, pruebas, cuidados de
enfermería, intervenciones quirúrgicas, etc a las que los
profesionales y la población añaden un toque humanizador. El
sistema sanitario vive ajeno a la problemática social y no tiene
integrada la perspectiva de equidad en su planificación y ejecución,
cuando la Organización Mundial de la Salud indica que la equidad es
el mayor reto sanitario del siglo XXI.
Dar a todos los mismo (trato igualitario) no responde a los problemas de la población. Equality=Igualdad. Equity=Equidad. Obtenida de www.equitytool.org |
Por
ese motivo se impulsó a finales de 2015 la Unidad para la Equidad en
Promoción de la Salud, la primera unidad de este tipo en España,
bajo el asesoramiento de Erio Ziglio, el que fue Director de la
Oficina Europea de Inversión en Salud de la Organización Mundial de
la Salud. La Unidad tuvo una intensa actividad en dos líneas
principales: introducir la perspectiva de equidad en la planificación
sanitaria y responder a las situaciones de inequidad, principalmente
relacionadas con las listas de espera y los casos de desatención por
dificultades con la tarjeta sanitaria. Tras los cambios políticos,
la Unidad para la Equidad fue clausurada en 2017, ahora hace un año,
por la Consejería presidida por JM Baltar, con la promesa de que
sería re-ubicada en un espacio institucional más adecuado.
Dos
detalles confirman la falta de perspectiva de equidad en el actual
equipo de la Consejería de Sanidad:
- El 22 de enero de 2018, J.M. Baltar intervino en el Foro de Editorial Prensa Ibérica acompañado de periodistas y empresarios. Al ser preguntado por la perspectiva de equidad del Servicio Canario de la Salud, el moderador de la mesa, tildó la pregunta de “filosófica” y la respuesta quedó recogida por un medio de comunicación así: “Plan de equidad. Me encantaría que el Sistema Nacional de Salud lo tuviera pero todo lo que desarrollamos en el Archipiélago lo hacemos con esa filosofía, para todas las Islas.”. Entre los asistentes no quedó claro que el Consejero de Sanidad entendiera la trascendencia de la equidad en el sistema sanitario. Por otro lado, dio muestras de desconocer que España si cuenta con una Estrategia Nacional de Equidad en Salud, precisamente impulsada por el Ministerio de Sanidad, que se puede consultar aquí.
- El olvido en el que ha caído la Unidad para la Equidad, cerrada hace un año, demuestra la falta de interés por incluir este perspectiva, sobre todo en Canarias, dados los ya comentados condicionantes sanitarios y económicos.
El
problema de la lista de espera es un grave problema de inequidad, que
se agrava cuanto mayor es la lista de espera y mayores las
diferencias sociales. Canarias no aborda adecuadamente el problema
desde una perspectiva de gestión sanitaria ni incluye la perspectiva
de equidad en la solución.