Considero que el Compromiso por la Sanidad que impulso la Consejería de Sanidad en 2017 es una iniciativa que les ha salido muy bien, con un documento final aceptable (con  toda seguridad, yo no lo hubiera hecho mejor) y que ha sido muy bien presentado y defendido.

No tengo grandes objeciones al documento final, pese a que considero que no aporta mucho más a lo  que ya está en el ordenamiento nacional y de Canarias, empezando por la Ley General de Sanidad del 1986 que impulsó el malogrado Ernest Lluch.  Tampoco nada que objetar a las asociaciones, colegios profesionales y sindicatos que se pusieron a trabajar pensando que se le brindaba una oportunidad sincera de pactar desde lo más básico por la mejora de este bien común que es la Sanidad Pública en Canarias. Parece razonable que aceptaran honestamente y con profesionalidad el reto de trabajar por un pacto por el bien común 

El documento es un conjunto de buenas intenciones que deben ser después plasmadas en planes, programas y proyectos con dotación de recursos, es decir, todos los firmantes saben que el documento sin un compromiso financiero y de implicación a todos los niveles, no llegará a materializarse en nada.

Lo que probablemente no saben es que mientras la Consejería de Sanidad mantenía a todos estos interlocutores sociales entretenidos durante meses discutiendo sobre ideas, trascendentales o no, esa misma Consejería pactaba con la sanidad privada en Canarias las nuevas condiciones de los conciertos sanitarias, más exactamente las condiciones en las que se derivarán pacientes del Servicio Canario de la Salud a las clínicas privadas para su hospitalización, lo que se conoce como "hospitalización con medios ajenos".  Pero en esta ronda de contactos no se hablaba de ideas, ni de conceptos. Tampoco se diseñaban páginas web de estilo cool, ni se proponían debates interminables sobre los conceptos y principios que debían guiar a la sanidad privada. En esta reuniones se repartía el bacalao. Se reunían en sitios discretos y sin prensa para mantener intensas reuniones en las que se avanzaban muchas cuestiones, no solo conceptos generales,  para acabar hablando de dinero.  Ahora sabemos quien participaba en estas reuniones y como tras sucesivas rondas de contactos se finaliza en un acuerdo Sanidad Privada-Consejería de Sanidad para impulsar el nuevo modelo de derivación de pacientes del Servicio Canario de la Salud a las clínicas privadas, y que se materializa en la Orden, que como ya es sabido, firma el Consejero de Agricultura, por aquello de que el Consejero de Sanidad tiene una clara incompatibilidad para hacerlo.

Al leer ambos documentos, la Orden y el Compromiso por la Sanidad, sorprende

Ya he tenido la oportunidad de hablar con los "currantes" de algunas de las instituciones firmantes, esas personas que se encargaban de recoger, elaborar las propuestas y seguir el curso del documento. Se sienten claramente defraudados: "mucho trabajo, para un resultado buenista", y al conocer lo que se tramaba en paralelo con la sanidad privada, se siente fuertemente defraudados.

Sinceramente, no reprocho nada a los firmantes del documento Compromiso por la Sanidad, que desconocía que mientras en sus reuniones se hablaba de buenas intenciones, en las otras se estaba negociando cosas concretas y ficha económica concreta. Me gustaría que los firmantes denunciaran el engaño al que han sido sometidos por la Consejería de Sanidad y se replantearan su apoyo a un documento viciado desde el principio, pues desde el principio tuvo la intención de quedar como un brindis al sol, sin intención de continuidad. 







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